Comer por ansiedad

Comer por ansiedad

Muchas personas padecen ansiedad por diferentes motivos, estrés, baja autoestima, problemas personales. Todo problema tiene su origen y el desvelarlo ayuda a solucionarlo.

Uno de los principales síntomas de este trastorno es comer de forma compulsiva.

Este síntoma no es algo anormal, es bastante frecuente experimentarlo. El comer sin control por sentirse agobiad@, triste, es decir, por un estado anímico determinado son indicios de ansiedad. Este problema pasa inadvertido y se convierte en algo habitual generando así un nuevo inconveniente, el aumento de peso.

En el periodo de ansiedad, la ingesta es desmesurada y sobre todo rica en azúcares. Esto lo que conlleva es la satisfacción espontánea, es decir, sentirnos aliviados, encontrarnos mejor, pero por un periodo de tiempo corto, ya que no estamos solucionando el origen del problema, simplemente lo estamos tapando por unas horas. Lo que deriva en repetir de forma más tradicional la misma actuación (“sanar con el atracón”).

El alivio momentáneo hace que la persona no sea consciente del trastorno o conducta alimentaria que padece, dejándolo pasar día tras día sin poner remedio.

Comer por ansiedad

Estamos ante un problema

Nos encontramos ante dos dificultades, el atracón y la ansiedad. Uno deriva del otro. El primero, que es el que nos concierne, puede intentar aliviarse con varias recomendaciones y una gran fuerza de voluntad. Sin embargo, solo lo alivia, ya que el desencadenante se encuentra activo, el problema que ha generado la ansiedad es el que debe ser tratado. Una vez eliminado este último, el otro también.

Lo primero para evitar caer en ese bucle de comer y no parar es ser conscientes de que es un problema. Una vez que interiorizamos que tenemos un problema podemos decidir a cambiarlo.

Algo que también puede ayudar es tener un espacio libre de “alimentos tentadores”. Es decir, si no vemos esa tableta de chocolate o esa bolsa de patatas, no la vamos a comer. La relajación y reflexión es algo de vital importancia. La primera ayudará a calmar nuestros sentimientos, el segundo a pensar ¿tengo verdaderamente hambre? Ambas actuaciones deben ir acompañadas de fuerza de voluntad.

También es importante el fijar horarios de comida y realizar varias tomas al día. Cinco comidas al día, ayuda a evitar el picoteo o esa “gula” por comer. Beber agua hace que tengamos menos hambre. Y hay que reducir el consumo de azúcar, comer dulces provoca tener deseos de comer más, es decir, no nos satisface, necesitamos más.

Ejercicio contra la ansiedad

Ejercicio. El deporte favorece a mejorar el estado de ánimo, contribuye a tener una mente más despejada, a mejorar la autoestima, por resumir, nos sentimos mejor cuando nos movemos.
Además es una forma de ocupar la mente. Cuando tengamos un momento de ansiedad, de querer devorar el frigorífico, salir de casa, leer, hablar con alguien (si estas sol@, llamar por móvil, hablar por el WhatsApp, etc ). Es una forma de distraernos y no caer en la tentación de comer.

Algo a destacar y que puede generar mucha ansiedad es seguir dietas restrictivas. El limitarnos o prohibirnos alimentos genera un sentimiento de falta, angustia, agitación y necesidad, lo que termina derivando en tomar una ingesta de aquello “prohibido” de manera compulsiva. Una dieta variada y equilibrada, donde de vez en cuando comas aquello que te gusta que no es tan sano, conlleva a reducir la sensación de necesidad y ansiedad. Por definirlo con otras palabras, cuando nos lo prohibimos, lo queremos, cuando lo tenemos, no.

Para terminar, vuelvo a recordar que estos consejos, ayudan y alivian, pero hay que llegar a la causa del problema y solucionarlo.

 

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Yaiza Majarín
yaiza.majarin@logicalimentaria.com

Dietista y periodista. Somos lo que comemos, elige, ¿Cómo quieres ser?